-¿Se
puede?
-Adelante.
-He vuelto.
-Ya
veo. Ponte cómodo. ¿Qué tal te va todo?
-Pst…
Igual.
-¿Igual?
… ¿Qué pasó con aquel chico?
-¿Cuál
chico?
-El
último.
-¿El
último? Pues creo que el que tú crees que es el último, ahora mismo no lo es. Es
más, hay una larga lista…
-Entonces
no está todo tal y como lo dejé.
-Cierto.
Tengo que ponerte al día.
-Adelante.
-No, no
es el momento.
-Como
quieras.
-Vengo
a hablarte del nuevo último.
-¿Y
para eso sí es el momento?
-Sí,
creo que sí.
-Pues
yo creo que debería saber lo que viene antes para poder entender lo que pasa
ahora.
-No
tiene nada que ver el pasado con el presente.
-¿Eso
crees? Yo no creo lo mismo.
-No
quería decir eso, quería decir que se puede entender esta última historia sin
contar nada de lo anterior.
-Pues yo
creo que debería saber antes lo anterior para poder comprender por qué actúas
como estás actuando en el presente; Los actos del ayer repercuten en el hoy.
-Pero
no considero que sea el momento más oportuno.
-Entonces
vuelve cuando sea el momento, sabes que estoy a tu disposición las veces que
quieras, que no tengo horarios ni más gente a la que atender.
-¿Y no
puedes escuchar mi problema? Es el que me aflige ahora.
-¿Y no
podrías haber ido poniéndome al día? ¿Y no podrías haber acudido antes a mí?
Claro, vienes ahora cuando estás de mierda hasta el cuello y piensas que te lo
voy a solucionar todo.
-Tampoco
es para ponerse así.
-¿Desde
cuándo no acudes a mí? ¿Desde cuándo no sé nada de ti?
-Pues…
Te he ido contando cosas…
-¡Pero
no todas ni las necesarias! Así no te puedo ayudar, lo siento.
-Pero…
-¿Por
qué has vuelto?
-Porque…
Me vuelvo a encontrar como antes.
-Solo,
¿Verdad?
-Bueno…
Puede ser.
-¿Y
crees que tienes que volver a sentirte solo para venir a contarme las cosas?
-No lo
sé. De verdad, no lo sé. Ahora mismo me siento estúpido.
-Has descubierto tu fallo; te cuesta ir contándome según te vaya pasando, y
después regresas con una gran acumulación. Te vas callando las cosas,
dejándolas para ti mismo, creyendo que puedes con todo, y no sabes que no
puedes con ese peso.
-No me
gusta contar todos mis problemas, me siento indefenso.
-¿Sabes?
Se cuenta que cada persona comienza la vida con una mochila vacía, y cada
problema, es una piedrecita que se mete dentro de esa mochila. La única forma
de vaciarla, es contando tus problemas y no dejándolos para ti, dejando que te
ayuden. Así tienes un peso menos. ¿Cuántas piedrecitas llevas ya acumuladas
desde la última vez?
-…Tienes
razón, creo que ése es mi mayor problema.
-No, la
razón la tienes tú, yo no soy más que una parte de ti, escucharte a ti mismo de
vez en cuando no te viene nada mal.
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