jueves, 25 de diciembre de 2014

Si te contara.

¿Vale la pena seguir esforzándose para algo que no te termina beneficiando?
¿Vale la pena seguir dándolo todo para no recibir nada a cambio?
¿Vale la pena sentirse triste a causa de la soledad?

¿Qué me está pasando?
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
¿En qué monstruo me estoy convirtiendo?

No me reconozco.
Me echo de menos.
No soy yo.

¿Cómo he acabado así?

La soledad me oprime.
La ansiedad me domina.
El dolor me esclaviza.

¿Quién soy ahora mismo?

No me siento feliz.
Siento que estoy perdiendo el tiempo.
Siento como si mi vida se hubiese pausado mientras el resto avanza.

Se me nubla la mente.
Me mareo.
Vomito.

Vomitar me ayuda.
Me hace más fuerte.
No me cuesta.

Me arrodillo frente al inodoro.
Enciendo un cigarro.
Música.
Acción.

Después de vomitarlo todo, nada.
Paz, tranquilidad.
Pero mentira.

Estoy acabado.

No encuentro motivación.
Estoy perdiendo las esperanzas.
No tengo porqués para seguir adelante.

Añoro el cariño.

Me siento feo.
Me siento solo.
Me siento consumido.

¿Qué debería hacer para poder volver a ser querido?
¿Qué puedo hacer para terminar esta decadencia?
¿Cómo vuelvo a tener esperanzas?

Todo acaba saliendo mal.
Todo se me acaba volviendo en contra.
Todo termina tornándose a negro.

Lo he perdido todo.

Mirar atrás me hace más daño.
Antes nada de esto era así.
Antes todo era diferente.

Yo era la rosa dorada del sol;
Lluvia de vino, burbuja del amor.

Y mi palacio fue la juventud;
Mientras cantaba yo, soñabas tú.

Y me sentí querida,
Mimada por la vida,
Ciega de delirante ilusión.

La felicidad.
Algo tan difícil de construir,
Pero tan fácil de destruir.

¿Vale la pena seguir esforzándose?
Si yo supiera…
Si tú supieras.
Como si te importara.



jueves, 18 de diciembre de 2014

Una historia de amor que fue mentira y un final que no ha sido feliz.

Sólo hizo falta una noche, una noche para que me destrozasen el corazón.

Él llegó a mi vida en verano. Me hacía falta alguien como él, con quien desahogarme y que me entendiese. Él lo hacía, me entendía, me respetaba y hasta me admiraba. O eso me hacía ver.
Era el apoyo que necesitaba, el ánimo que me hacía falta para seguir adelante. Pasaba por una mala racha y estaba mejorando. Llegó en el mejor momento. O eso creía.
Con él, mis valores crecían, me llené de coraje y grandeza. Volvía a tener una persona en la que pensar, por la que luchar, a la que querer, a la que cuidar. O eso pretendía.

Por fin llegó el momento, el día que esperábamos. Nos íbamos a ver por primera vez. Ya desde por la mañana, mi día no empezó del todo bien y eso eran simples avisos de la tormenta que esa noche iba a suceder.
Quedamos en el centro de la ciudad, donde todos caminaban pensando en sus cosas y en refugiarse del calor. Yo sólo pensaba en él. Y nuestro primer encuentro.

Era el chico más guapo que podía haberme encontrado. No encontraba nada que no me gustase de él. Teníamos tanto de qué hablar…
Lo invité a mi piso, con lo cual, desfogamos todo el amor que teníamos ya ganas de desatar.

Por la noche, ideé una cena adecuada para ese momento. Fuimos a cenar a un restaurante italiano donde servían pasta artesanal y pedí el mejor vino espumoso rosado que tenían. Lo tenía pensado todo para él, aunque no me dejó pagar. “Quiero viajar contigo, a donde sea, a la luna”, me decía.

Todo iba saliendo a la perfección. Después de la cena, íbamos a salir. Esa noche dormíamos en su piso. Yo quería que fuese una noche para recordar. Y así fue, pero no como yo pensaba.

Fuimos a beber antes de entrar en la discoteca. Yo no conocía a nadie, él a mucha gente. Empezó a hablar con mucha gente, yo estaba apartado. Conoció a mucha gente, a mí nadie me presentaba.

Al entrar, él se puso a bailar con todos. Por lo visto, su ex pareja estaba por ahí, así que él pensaba que si dejaba de bailar, iba a sentirse inferior. Y así lo hizo.
La noche fue pasando lentamente y yo no sabía nada de él. No había bebido mucho, con lo cual, me costaba desconectar. No quería parecer celoso, así que no le llamé la atención en ningún momento. “Es una persona libre, que haga lo que quiera, no somos pareja”. Pero hay unos límites.
Cuando supe algo de él, era que quería volver a casa. Se iba a despedir de sus amigos, así que fui hacia la puerta a esperarlo. Como tardaba mucho, fui a buscarlo. Cuando lo encontré, estaba besándose con otro.

Fui hacia él. Recuerdo exactamente las palabras que le dije: “Te espero en la puerta”.

Empezó a llamarme y no le cogí el móvil. Me dijo que no quería salir. Le pedí por favor que volviésemos a su casa, mis cosas estaban allí.

Yo no podía creer lo que me estaba sucediendo. No paraba de llorar.
Volvimos andando a su piso. Fue el camino más largo del mundo. Sólo hacía ponerme excusas y a contradecirse. “Hemos ido muy rápido, yo no quiero nada serio”; “Quiero ser libre”; “Tú y yo no teníamos nada”; “Después de todo, no teníamos mucho en común”; “Encontrarás a alguien que te haga feliz”.
Unas respuestas sin ninguna pregunta. Una acción sin ninguna explicación. ¿Por qué lo hizo? ¿Me lo merecía? ¿Qué hice mal? ¿Por qué sin avisar? ¿Quién no actuó correctamente?

Tuvimos que dormir juntos. Él seguía hablando por teléfono con la persona con la que se había estado liando.
Finalmente, me comió la cabeza para que volviésemos a follar. Chantaje. “Pero sin besar, que para mí besar significa algo más”. Después de todo.

A la mañana siguiente, me despedí con un abrazo y me volví a casa.

Tengo la conciencia tranquila de que ni le alcé la voz, ni le dije una mala palabra, ni me porté mal con él en ningún momento. Eso es algo que no todo el mundo podría afirmar después de haber pasado por una situación como esta. No hice nada malo, simplemente fui engañado.

Pero ahora, ¿Qué iba a hacer? ¿Por qué se aprovechó de mí de esta forma? ¿Qué pretendía conseguir? ¿Alguna vez ha sentido algo por mí? ¿Qué hubiese pasado esa noche si yo no hubiese estado con él? ¿Me habría engañado más veces? ¿Y si no lo hubiese hecho delante de mía, lo habría hecho a mis espaldas? ¿Era demasiado para mí? ¿Yo era poco para él? ¿Qué tenía el otro chico que no tenía yo?
¿Soy feo? ¿Tengo mal cuerpo?  ¿Soy demasiado raro como para tener pareja? ¿Es mi ropa, mi música, mis gustos? ¿Quién podría ser mi pareja ideal? ¿Existe? ¿Por qué estoy solo? ¿No merezco estar enamorado?

Entonces, volvió a suceder. Mi mundo se volvió a tornar en una oscuridad de la que me fue aún más difícil salir. Volvieron mis miedos, mis angustias, mis problemas, mi ansiedad, mis depresiones, mis vómitos, mis mareos, mis cortes, mi sufrimiento. Volvía a estar en lo más lejos de ese túnel, en lo más profundo de ese pozo. Ahora, ¿Qué hago para seguir adelante? Toda la ayuda, todo el apoyo que tenía, era mentira. Todo mentira.


Un castillo de arena que se llevan las olas, 
Un sueño que se convierte en pesadilla, 
Un azucarillo que se disuelve en café, 
Un cuento de hadas macabro, 
Una rosa que se marchita, 
Una princesa sin cabeza,
Un teatro en ruinas
Un payaso triste, 
Una mentira.


"No fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi amor".
Jorge Bucay

lunes, 19 de mayo de 2014

¿Y si...?

Ahora sólo me queda el '¿Qué hubiese pasado si...?',
¿Sería culpa mía el no haber aprovechado el momento?
¿Habrá sido culpa mía?
¿Habría tenido algún hueco para poder haber entrado a ese mundo?

Si es verdad que el karma existe, creo que lo comprendo. 

Mi rechazo hacia otras personas ha sido creado gracias al rechazo que otras personas han tenido hacia mí, Pero, ¿Y si hubiese aprovechado el tiempo en centrarme en lo que realmente me interesaba en vez de haberlo perdido haciendo sobre otras personas lo que me hicieron, sin tener nadie la culpa?

Me han llenado de sufrimiento y quería vaciarlo sobre quien pudiese,
Algo que me hacía sentirme más fuerte,
Aprovechando que estaba en lo más alto.

Ojo por ojo y cada uno tiene lo que se merece,
Y he recibido indirectamente lo que he dado a otras personas. 

¿Cuándo aprenderás?, me repito. 
¿Cuándo te darás cuenta?

Espero que la experiencia me de la sabiduría necesaria para no volver a cometer los mismos errores
Si no me quiero volver a ver en esta situación.

Lo hecho está hecho. 



Pero ya sabía que iba a pasar. 
Lo sabía, intenté hacerme a la idea antes de que pasase, 
Pero no puedo decir que no me haya afectado,
Pero no podía afectarme antes de que pasase.

He jugado a ver el futuro sin temer que fuese verdad,
Una verdad convertida en mentira para que no me afectase. 
Intentando convencerme de que podría ser una tontería.

Un chico de cabello claro, el corazón de la otra persona, espadas y bastos hacia mi lado.
Todavía lo recuerdo,
He pensado tanto en eso...

Ahora a hacer como el que no me interesa ni me afecta,
Mientras me quede un cigarro al que aferrarme
Intentaré crearme una felicidad ficticia.
Al menos, para creerme que todo va bien.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Dejando el puerto.

Te dejo y dejo atrás aquello de buscar un marinero en cada puerto.
¿Está bien eso de montarme en cada barco que esté apunto de zarpar?
Cuando el blanco faro sobre los veleros una luz de plata dejaba caer. 

Y sin copas de aguardiente y sin contar nada entre dientes,
Sin leer ninguna historia de amores perdidos,
Escribimos una nota a pie de página;

Notas que se van convirtiendo en una larga lista,
Una lista que no quiere ver el final y no quiere nunca acabar,
Que se alimenta a base de pecado y placer carnal.

Sin rastro ninguno de amor,
Donde todo es lujuria, 
Donde sólo hay pasión.

No todos son bellos marineros,
Pues el aventurarse en cada barco sin saber quién lo tripula...
Quizás me arrepiento antes de zarpar. 

Pero algo no me deja volver atrás,
¿Qué será ese algo que prefiere cerrar los ojos,
 Y embarcarse en un viaje que no sabe dónde acabará?

La adrenalina que recorre mi cuerpo,
Llena de escalofríos cada poro de mi piel,
Pero... ¿Qué estoy haciendo?

Cuando me doy cuenta de que ya hemos llegado a otro puerto,
Me doy cuenta de lo que acaba de pasar,
Abro los ojos y me prometo que no volverá a suceder.

Y mientras recojo mis pertenencias,
Hay algo llorando en mi interior,
Que se va pudriendo poco a poco.

La putrefacción llega a límites alarmantes,
Y se me quitan las ganas de volver a jugar a este juego.
Me alejo poco a poco de aquel barco.

Cuando llego a casa y me miro al espejo,
No veo a la persona que veía antes de zarpar.
Sólo veo arrepentimiento.

Pero sé que volverá a pasar.
Volveré a esperar en el puerto a otro barco,
Buscando el amor donde no lo hay.

¿Eso es lo que me da la felicidad?
Qué triste. 
¿Eso de verdad me llena?

La diversión,
El placer,
La aventura.

Eso es lo que me da valor para volver.
¿Qué puedo hacer para quedarme en tierra?
Eso es lo que quiero saber.

Es aquello lo que quiero intentar,
Dejar atrás ese lugar.
Volviendo a cerrar aquel puerto.

Sé que no será definitivo,
Pero será un cierre permanente.
Hasta tener motivos para volver. 


martes, 13 de mayo de 2014

Un perro andaluz.

Si existe un placer
es el de hacer el amor
el cuerpo rodeado de cuerdas
y los ojos cerrados por navajas de afeitar



martes, 4 de marzo de 2014

La reina del fantasma.

Cuando ya no hay por la calle nadie decente, camino por las oscuras tinieblas iluminadas por la tenue luz de las farolas que las velas podían dar una noche tan fría como aquella. Me vuelvo a dirigir a aquel antro del que sólo comentan voces de hombres mayores que quieren salir a beber un buen whisky con hielo, a sabiendas de que sus esposas no sabrán de la existencia de dicho local.

Echo un vistazo a la puerta de la calle del Silencio número uno, y llego a una conclusión. Parece ser que gracias a la niebla de la calle, la sala invita a llenarse para que aquellos señores se resguarden del frío de la noche. Sólo entonces, voy en busca de la pequeña puerta que hay atravesando la esquina en una sucia calle sin salida.

Tras la poco elegante bienvenida que me otorgan dada la confianza, me adentro por aquel pasillo bañado por las luces de los camerinos y un calor sobrenatural que me regala el placentero aroma de aquel sitio tan acogedor, penetra por mi cuerpo. Camino entre las plumas, encajes y perlas que me dan la vida hasta el que es mi camerino. Enciendo las bombillas que rodean ese gran espejo dejando ver las estampitas de mi virgen del Rosario y veo el reflejo de un triste hombre cansado en una habitación de paredes rojas adornadas con cuadros de grandes artistas.

Empiezo a desvestirme y me dispongo a elegir la ropa con la que saldré al escenario para, como una noche más, amenizar la velada de aquellos visitantes.

Llaman a la puerta.

-Antonio, ¿Ya has llegado? – Dice la figura de un amigo que se asoma.

- Sí, acabo de llegar – Respondo.

-Date prisa, sales en quince minutos. Rosita no ha venido y tienes que suplirla. Su madre se ha puesto mala y está con ella en el hospital. Yo le he encendido una velita a la virgen de la Salud para que la cuide, pero no creo que la cera quemada ayude a mantener entretenidos a nuestros espectadores de hoy, que son muchos. No veía tantos desde… Desde yo que sé cuándo.

-¿Qué canción cantaba ella? –Contesto mientras empiezo a maquillarme.

-Pues creo que alguna de Estrellita Castro, pero no me hagas mucho caso que tú sabes que yo tengo la cabeza a las tres de la tarde. Pero bueno, que si no te la sabes, no creo que pase nada. Tú les cantas alguna de Concha Piquer o Juanita Reina que tan bien te sabes. El caso es mantener entretenido al personal.

-¿Qué puedo ponerme? Me estás poniendo de los nervios, Amapola.

-Rosario, cálmate, que yo te ayudo –Me dijo mientras empezaba a maquillarme.

-¡Niñas! ¿Todavía estáis así? – Dijo una nueva imagen rechoncha que entraba por la puerta con algo entre las manos que la figura de Amapola no me dejaba ver.

-Pues mira qué plan. ¿Qué traes ahí, Soledad?

-Traigo la peluca de Rosita, la de caracoles, mira qué graciosa está. Seguro que a Rosario le queda genial.

-Anda, déjala ahí y ponte a buscarle un vestido bonito. ¿Qué canción le toca?

-Pues creo que ‘Suspiros de España’, así que tenemos que encasquetarle una peineta bien bonita con dos grandes flores rojas, como el sentimiento español.

-Ay, pero bueno, ya que Rosita no ha venido, vamos a hacer que Rosario se luzca, que Rosita siempre se ponía muy sencillita y no tenía duende.

-Pero es que Estrellita es muy sencilla. No vamos a ponerla como un fantoche y encasquetarle un armatoste para que haga el ridículo.

-Quita, quita, déjamelo a mí. Anda, dame el corsé blanco con encajes negros.

-¡¿El corsé?! Tú no estás buena. ¡Que esa canción representa el sentimiento español!



-Sentimiento español… ¿Tú crees que estos hombres han venido aquí para encontrar el ‘sentimiento español’ o para vernos las tetas? ¡Si la mayoría están casados y prefieren que nosotras les calentemos las mantas!  Pero es normal, comparando aquellas tristes señoras en bata con estas curvas tan maravillosas que Dios me ha dado.

-Ay Amapola, qué tonta te pones. Pero ya no es por eso, es la representación que hacemos de una grande de la música.

-Anda, pues búscame la blusa de terciopelo burdeos con encajes negros y la falda larga, verás cuando le plante la peineta, la mantilla y los claveles rojos lo guapa que va a estar mi Rosario y lo bien que va a representar mi niña ese sentimiento.

-¡Pero eso es de Juanita Reina! ¡Estrellita Castro es de flamenca! Anda, voy a buscarte el traje de gitana de lunares y el mantón.

-¡Pues date prisa, ‘Reina’, que sale en cinco minutos! Y Rosario… ¡Ay, qué guapa estás con la peluca! ¡Tú sí que eres enteramente una reina!

-…Anda que el vestido pesa como él solo. ¡Ay, qué guapa estás Rosario! Anda, mete las patas por aquí que te abrocho y te termino de colocar.

-Las flores se las coloco yo que tú siempre las pones daleadas y parece que la ha vestido una coja.

-Coja… Coja te voy a dejar yo  a ti. Anda, ponle las perlas y los corales y que salga ya pitando.


Después de todo este paripé de mis dos simpáticos y alegres amigos, me dirijo tras bambalinas al escenario y espero a que resuene mi nombre artístico, Rosario Puñales. Tras la explosión de aplausos que me otorga el público, empieza a sonar aquella melodía.

Tras la piel, los huesos y la garganta de un hombre, canta el corazón y un alma rota de mujer.
Siento como si por mi boca entrase cada gota ardiente de whisky que se toma cada uno de nuestros comensales. Siento como todo el mundo me mira y de mí depende el destino de esta noche. Siento como si el tiempo se hubiese parado y sólo yo en esta habitación tengo el poder al interpretar la maravillosa letra de aquel pasodoble español. Siento que mi canción es mi lucha. Siento que estoy demostrando a los hombres que dentro de un hombre hay siempre un trozo de mujer. Siento que si me callo, se calla la libertad.


Seguido de la última marea de aplausos, despido la noche y dirijo a aquel sucio camerino a desmaquillarme. Ya no me parece todo tan real cuando se acaba la farsa. Siempre acabo temiendo este trágico momento.


Las bombillas del espejo alumbran mi suerte además de la mujer que me dio la vida, la misma que estoy borrando de mi rostro otra noche más, tras ella se desmorona mi valentía, la valentía que hay detrás de una mujer, y paso de ser la reina que he sido esta noche para ser el triste fantasma que soy cuando aparecen los rayos de sol.


lunes, 3 de marzo de 2014

Por aquellas personas.

Por aquellas personas que te las tiras una vez y ya creen que hay algo más.

Fuiste un simple polvo, nada más.

Pero,
¿Qué pasa cuando se cambian los papeles y te toca a ti ser un simple polvo y eres tú el que quiere más?

¿Quién es el bueno y quién es el malo?